jueves, 24 de febrero de 2011

23f


Me levanté esta mañana con energía. Sin miedo.23 de febrero.
Año tras año, en mi casa, todos cuentan la misma historia. Mi madre relata su miedo, el que pasó con nosotros tres pequeños, en casa y sola, mientras mi padre ante tal desconcierto se había ido a esconder al monte, a ese que conoce como la palma de su mano, esa grieta en la roca que me enseñó hace ya tantos años donde su padre estuvo tanto tiempo escondido.
En mi pueblo, calles vacías, miradas sospechosas, la radio encendida escuchando como los tanques paseaban por Valencia capitaneados por Milans del Bosch, para terror de algunos y algarabía de otros. Mi padre relata como la gente se dispersaba por el monte buscando escondites, sin radio, sin saber qué estaba pasando allí abajo, sin saber nada, y con miedo, mucho miedo de volver a empezar..
La hermana de mi padre, la última hippie verdadera que conozco, había subido a nuestra casa, había venido a casa, había cogido las escopetas que mi padre guardaba, y guarda, de mi abuelo, incluido un winchester, y las había bajado envueltas en una manta bajo el abrigo a esconderlas en su casa, en el tejado del patio trasero.
Con la fuerza que da la rabia, la rapidez que da el miedo, con la valentía que da la impotencia y la dignidad que da el injusto sufrimiento, cruzó toda la villa con las escopetas escondidas, mientras en una cafetería famosa y antigua en medio de la plaza, al lado del Ayuntamiento, al mismo tiempo que se estaba celebrando un pleno con el Partido Comunista en la alcaldía, un grupo de grises con las pistolas apoyadas encima de la mesa elaboraban una lista de rojos. Los más significados, los conocidos, los comunistas que después de tantos años habían gritado al mundo que lo eran, algunas de ellas concejalas, como mi prima, que entonces tenía 29 años.
En cuánto hubiera oportunidad, iban a por ellos. Más de la mitad de mi familia, estaba apuntada en esa lista.

Mi madre siempre cuenta que esas largas horas, se vio de repente sola, con 33 años y un niño de 7, una niña de 4 y otra de 1 año, pensando cómo iba a hacer para darnos de comer, si mi padre tenía que quedarse escondido. No lloró, ni dejó que el miedo la atenazara. Jugamos la tarde, esta vez no fuimos al parque, nos quedamos en casa, yo dormí la siesta como siempre, nos preparó la cena, nos bañó, nos metió en la cama, nos leyó, y cuando escuchó al Rey, cayendo en la ingenuidad de muchos por aquel entonces, olvidó que era repúblicana y se hizo Juancarlista por una temporada.

Ahora son otros miedos a los que enfrentarse, siempre los habrá, siempre lo hay, pero no podemos dejar que nos atenacen, que nos bloqueen, que dejen nuestros pies enterrados en el lodo. Porque entonces hay que gritar alto, muy alto, para que te cojan fuerte de las manos y te empujen hasta que puedas avanzar.

El miedo global

Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo.
Los que no trabajan tienen miedo de no encontrar trabajo nunca.
Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida.
Los automovilistas tienen miedo de caminar y los peatones tiene miedo de ser atropellados.
La democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje tienen miedo de decir.
Los civiles tienen miedo a los militares, los militres tienen miedo a la falta de armas, las armas tienen miedo a la falta de guerras.
Es el tiempo del miedo.
Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo.
Miedo a los ladrones, miedo a la policía.
Miedo a la puerta sin cerradura, miedo a la noche sin pastillas para dormir y miedo al día sin pastillas para despertar.
Miedo a la multitud, miedo a la soledad, miedo a lo que fue y a lo que puede ser, miedo a morir, miedo a vivir.

Eduardo Galeano.


martes, 22 de febrero de 2011

la otra kamchatka...

mi kamchatka está en los sures, entre mares y soles de mil colores. Se me cae constantemente, se derrumba y tengo que construirla de nuevo en otro lugar. Últimamente anda buscando su sitio, estuvo cerrada por derribo, pero no cesamos en el empeño de búsqueda de nuestro lugar, de aquel donde la alas no son un problema, donde la verdad es más cierta que cualquiera, donde amar y compartir y sentir, es más importante que el tener, que el deber, que el conseguir. Igual un día me caigo y ya no puedo volver a levantarme, mientras tanto... por favor, que nadie ni nada arruine mis sueños...

os dejo con el reportaje de Público "kamchatka, realmente, lejos de todo"

miércoles, 16 de febrero de 2011

marketing

No me gusta la televisión. Lo cierto es que estoy poco en casa, pero el rato que estoy excepto por la mañana, intento poner música. Porque reconozco su capacidad de volverme idiota, de encenderla y quedarme mirando la mierda más mierda del mundo. A mí me pasa, lo reconozco, así que evito caer en la tentación.

Pero si hay algo que me gusta de la televisión, es la publicidad. No el objetivo que esconde: necesitas mi producto para ser feliz, sino su lado creativo. Realmente hay anuncios muy buenos, véase Cocacola o Ikea. Me encanta el nuevo anuncio de Ikea con varias parejas "reales" haciendo el amor, con sus celulitis, con sus legañas mañaneras, con sus pellejos colgando, jóvenes y mayores... y con su mensaje: "no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita" (por supuesto Ikea quiere venderte todos sus muebles karvestat y prinstufgon para que seas más feliz, pero estas ya son cuestiones de otro calado, que hoy, no me dispongo a valorar).
Y es que esa es la buena publicidad, la que muestra trozos de vida, situaciones cotidianas que hemos vivido mil veces.

Ahora bien, los anuncios pueden llegar a ser ofensivos de cojones... vamos a ver, señores del marketing: Si tienes 20 años, eres modelo profesional, pesas 40 kilos, pasas 3 horas en el gimnasio cada día, en el fisio, haciendo acupuntura y baños de aceitunoterapia (seguro que existe), ¿me quieres contar que tumbada en una cama de sábanas de seda maquillada como una puerta tu anticelulítico funciona???? un poco de respeto redios!!

Que a las mujeres no nos gusta tener la regla, ostias, ¿no ves que tenemos que comprar los tampax sí o sí? pues deja de contarme a que huelen las nubes, y lo femenina que me siento, y como corro por un campo lleno de margaritas... una mierda! no puedo correr porque se me hinchan las tetas y me duelen y tengo dolor de riñones y de ovarios, no me valen los vaqueros, me duele la cabeza y me salen granos, así que voy a comprar tus putos tampones, y te aseguro que venderías más si en tu anuncio sale un chica normal, y dice algo así como: "mira, es una mierda, ya lo sé, pero no queda otra, es lo que hay, así que de todos los tampones que hay en el mercado, yo te digo que a estos nunca se les queda enganchado un tubito dentro del otro, y tienen un precio razonable, no como si estuvieran hechos de algodón egipcio, leches. Y además, estos tampones no llevan cloro para hacerlos blanquísimos, son más naturales y respetan más tus floras y tus faunas. Pues óle, yo los compro!!!

¿Y qué decir de los anuncios de Kinder, donde el niño rubio hizo la comunión en 1976? que ya está calvo por dios! Y treinta años después, se lían la manta a la cabeza para hacer uno nuevo, y sacan a Flipy haciendo el idiota! que mira que lo hace fatal el chaval, aunque con ese guión....
O el de los bombones esos con una cereza, no sé como se llaman, que él, que es igual que un maniquí de Almacenes Galán, le deja un mensaje en el contestador leyéndole el pensamiento a ella que llega en ese momento a casa, que parece que nunca tiró un pedo en su vida... En esa casa no hay cocina, ni se hacen tortillas de patata, ellos viven de su amor, y de los bombones...

¿Y el del seguro del coche que va cantando una familia con una flecha que se mueve colgada del espejo retrovisor? a ver, ¿eso es lo que se os ocurre? ¿cambiar los dados poligoneros por una flecha de karina y ponerlos a cantar con cara de pazguatos?

Ahora, que si hay un anuncio que me saca de quicio, es el del niño que quiere ir a cagar a casa de Paulito.... es que le daba unas ostias... pero vamos a ver, ¿es esa una situación real? ¿de verdad alguien va a consentir que el crío no cague en su casa porque su papel le rasque el culo? ¿ o es por el ambientador? ¿ves? mira si es malo que no sé ni qué anuncia...

Lo que está claro es que un buen spot publicitario es aquel que es capaz de hacerte recordar su mensaje y qué anuncia, ya sea por su canción, "no puedo vivir sin tí, no hay manera... "o porque puedes trasladar a tu vida cotidiana su mensaje.

Y como alguien puede pensar que qué me pasa hoy, pues eso, que me voy a cenar unos allbran...



sábado, 12 de febrero de 2011

despertar


foto: Dunas de Dajla. Ali



Llegué temprano, a las 9. Las calles estaban mojadas, lluvias de amanecer testimoniales que dejaron rápidamente sitio al sol. Sol. Que empapa cada resquicio de piel, que templa el ánimo, el alma, que reconforta y acuna en los días de invierno, que acaricia, que alimenta.

La ciudad empieza a despertar, con pereza, con la paz que da un sábado por la mañana donde uno desayuna con más calma, donde se puede retozar entre las sábanas mientras la luz entra por las rendijas de la persiana.

Pocos paseantes, madrugadores hambrientos de luz, pasean por el muro de la playa. Los hay que llevan música, y caminan poniendo banda sonora a las olas. Mar bravo, brillante bajo un cielo azul que provoca escalofrío. Todavía es febrero.

Me apoyo en la barandilla intentando absorber todo este espectáculo, quizás porque habitualmente no puedo desde mi ciudad ver el mar cada mañana. Y cojo aire, y lo suelto, y cojo aire de nuevo, y lo suelto. Y me fijo en las formas de las rocas, y en el perro que husmea entre la arena. Y sonrío a paseantes desconocidos. Esta mañana hay complicidad entre nosotros. Y cojo aire, y lo suelto. Consciente de hacerlo. Consciente de respirar. Consciente de vivir.

No estoy aquí por casualidad. He venido a escucharla a ella. Activista saharaui del grupo de los Siete. Como todos los hombres y mujeres saharauis habla pausada, con voz dulce que hipnotiza, mientras alguien traduce su hassanía. Habla como quien tiene todo el tiempo del mundo, el tiempo que le han dado las dunas del desierto. Habla de sus 12 años en diferentes cárceles marroquíes como si de otra persona se tratara. Habla de cuando estuvo 7 meses con los ojos vendados, cuando la colgaron de una cuerda de una avioneta mientras la azotaban en el vacío. Cuenta cómo la ahogaron con trapos mojados empapados en el cubo con agua y lejía que habían utilizado para limpiar las letrinas. Y mira con sus ojos negros a los que escuchamos, y da las gracias. Da las gracias por escucharla.

Quiero alzar la voz, en medio de aquella conferencia, cuando escucho a una alcaldesa socialista hablar. Quiero decirle que basta, que basta de hipocresía, que el gobierno español tiene que significarse, que no puede seguir vendiendo armamento a Marruecos, que es nuestra responsabilidad, que fuimos su colono, y les abandonamos a su suerte. Que no me importa cuánto dinero destina su institución al programa de vacaciones en paz para los niños y niñas que llegan en verano a nuestras casas. No es suficiente. No basta. No basta. No ha bastado en 36 años.

Pero no me corresponde. Yo solo hago fotos y cumplo mi papel. Y escucho, y cruzo los dedos para que quien va a hablar ahora, diga lo que habíamos acordado. Y lo dice, emocionada tras escuchar a la activista. Y lo dice, y alza la voz y dice basta a la hipocresía. No nos creemos el discurso. Es posible la autodeterminación, es justa, es necesaria. Y no nos creemos nada más. Y no nos vamos a conformar con otra cosa que no sea la libertad de elegir.

Salgo de allí con un montón de fotografías, con un nudo en la garganta, y con un sol más fuerte sobre mi cabeza. La ciudad, dos horas después, ya ha despertado. Hay bullicio en el paseo de la playa. Caminantes, mujeres, perros, niños en patines, un surfista valiente que no teme al frío, barras de pan recién hechas, y una preocupación común: barça-sporting.

Debemos de irnos. Pero antes, vuelvo a la barandilla. Enjuago las lágrimas que me caen sin querer, y miro de nuevo a los paseantes. Y confío en ellos. Confío en que seremos capaces de hacerlo. Y pienso en Egipto, y pienso en Palestina, y pienso en lo que me traje pegado al alma del Sahara que me acompaña siempre. Y pienso en el efecto mariposa, y más que nunca, creo que podemos hacerlo. Vuelvo a coger aire, lo suelto. Y cojo aire, y vuelvo a soltarlo. Consciente de lo afortunada que soy. Consciente del reto. Consciente, más que nunca, de estar viva.

Sí, voy. Debemos irnos.


lunes, 7 de febrero de 2011

la capacidad de soñar...


El sol me da energía, y vosotros y vosotras, sentido a la vida, a la capacidad de soñar, de sentir, de vivir, de amar, de pelear. A mis leones...