Lunes, 24 de enero. 62 años.
Hoy no podré ir a verla, así que ayer, le dejé en el buzón de su casa una carta. Una carta para decirle lo mucho que la quiero, para darle las gracias por toda su dedicación, por todo su trabajo.
Hace poco llegué de un viaje, un viaje muy especial. Y como casi siempre pasa, las cosas se ven mejor desde la distancia. En esos días, uno habla con sus compañeros de periplo de su vida, de sus sueños, de sus miedos, de sus experiencias y de sus recuerdos. Y de su familia.
Y me dí cuenta, que allá donde voy presumo orgullosa de mis padres. De todo lo que han hecho por mis hermanos y por mí, por las oportunidades que me han dado de viajar, de conocer, de vivir mis propias experiencias, de elegir mis propios caminos, a pesar de los disgustos causados.
Hoy soy quien soy porque os he visto trabajar y trabajar. Os he visto pelear a vuestra manera por un mundo más justo. Sé que estáis cansados, sé que en muchos aspectos estáis decepcionados con el mundo, con la política, con las revoluciones.. pero aún así habéis sabido trasmitir las ganas de pelear, de buscar, de mejorar.
Hoy pienso como pienso porque he visto la sonrisa de mi madre siempre. Aunque la vida le ha dado golpes muy duros, jamás deja de sonreír.
Me dí cuenta de que mi infancia ha sido la mejor del mundo, que la viviría una y mil veces día tras día, que mis recuerdos junto a vosotros, son simplemente maravillosos.
Creo que no fuisteis conscientes, que no trazasteis un plan de cómo hacerlo, estabais demasiado ocupados en hacer frente a los gastos, a la casa, al colegio. Sin embargo, os salió de la mejor de las maneras. Con poco, con lo necesario, tuve la mejor infancia de todas las posibles. Aprendí a convivir con unos y otros, a amar a la naturaleza, a escuchar a la tierra. Aprendí cómo se puede vivir con poco, a disfrutar del sol, de la nieve, del monte. Aprendí a compartir el plato, a reírme a carcajadas, a bañarme en el río sin miedo a las culebras. Jugamos en barro, en charcos y en praos. Dormimos en cuadras, en tiendas de campaña, en la furgoneta...Nunca nos llevasteis a un mcdonal's, ni a un centro comercial. Gracias por eso.
Nos hicisteis independientes como para tener nuestras propias herramientas y enfrentarnos a nuestros fantasmas. Nos distéis alas, alas poderosas y un nido mullido al que volver siempre.
Y como todo lo que se ve en la distancia, uno se da cuenta que estas cosas casi nunca se dicen. Que nos hacemos mayores, y a veces la emoción, el pudor, la comodidad de quien se sabe querido, o todo a la vez, hace que no nos paremos a decir cuánto y cómo queremos.
Y es lo más importante. Lo más. Amar y sentirse amado. Querer. Querer querer y decirlo a quien estuvo siempre ahí, por mucho que lo sepa. Porque la felicidad no es real si no se comparte.
Mamá, te quiero. Incondicionalmente. Feliz cumpleaños.
No dejes de escribir nunca!!!!
ResponderEliminarGracias por regalarnos tus palabras, por regalar tanto amor y cariño. Por darle forma a los sentimientos, por mostrarlos con tanta claridad. Muchas de tus palabras me ayudan a conocer aún mejor que es lo que se cuece aquí dentro, en mi interior. Y todo esto que haces no es fácil. Eso es un lujo. Por eso y por tantas otras cosas, muchísimas gracias Antonia.
Da gusto leer tus palabras y tus reflexiones.
Escritora, escritora con mayúsculas.
ESCRITORA!!!!
Un beso
Jandro
Jandro, amor, gracias. GRACIAS. Todos mis besos.
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