Nunca se sabe si camina, o si se mece, si es que baila mientras camina, o anda danzando. Amina.
Piel tibia de pureza increíble, de color del ébano, de ojos azabache que guardan el brillo del sol, nos abriste tus manos, tu casa, tu secretos y tus divinidades. Nos ofreciste el amor a tu familia, tu morada, tus deseos y tus miedos. Nos regalaste como nunca antes lo habías hecho, la noticia de la nueva vida que llevas dentro.
Sonreíste desde el minuto uno, hasta el último más desagradable, el de la despedida. Te adaptaste a nuestros achuchones, a nuestros besos por doquier y en cualquier momento. Y sonreíste. Y sonreíste. Sonreíste todo el tiempo aún cuando no podías entender de qué hablábamos.
Mujer fuerte, acostumbrada a pelear, a luchar por su familia con las armas más potentes que posee el hombre y la mujer, con las manos, con la cabeza, con el corazón.
Quizás tenga que ver que las mujeres antepasadas de tu etnia, decidieran quemarse vivas antes que ser esclavas de nadie, quizás esa fuerza sea la que te ayuda a superar la ausencia, la terrible partida de tu amor, del hombre que alimentas, que cuidas, que mantienes atado a tus caderas como sólo tú sabes hacerlo.
Despiertas esa fuerza desgarradora de quien se mantiene en su lugar sin aspavientos, la que detecta al mínimo gesto cada detalle, lo que necesita el otro, incluso, antes de que uno sea consciente de que lo desea.
Tienes la mente más abierta que cualquier occidental malcriado con acceso a toda la "cultura" del mundo. Nunca te escandalizas. Sabes estar con la mayor de las prudencias escuchando nuestras agnosticidades, nuestras individualidades, nuestras vidas solitarias, sin mostrar escándalo alguno, sin cuestionar que andemos en minifalda, que no tengamos hijos, que nuestras casas estén llenas de paisaje material y vacías de paisanaje humano.
Amina, de piel de terciopelo y aroma incansable. Desprendes feminidad por cada uno de tus poros. Desprendes limpieza impecable, olores comestibles, y ganas de tenerte, cada sexo, a su manera.
Apetece acariciarte hasta que duela la piel de las manos de tanto tocarte. Inspiras abrazarte y bajar los ojos con vergüenza, por ser ejemplo de valentía, por ser yo una mujer toubab de vida fácil que no tiene ni idea del esfuerzo de tu gran sacrificio.
Amina, Aminata, nunca sabré si te meces mientras caminas. Si puedes andar sin danzar. Si puedes amar de alguna otra manera, si te planteas poder hacerlo de otro modo. Creo que no. Eres amor y punto.
Mi Amina..
Es que no tengo nada que añadir.... Lo hiciste TODO para mi! Te agradezco Mujer de gran CORAZON!
ResponderEliminarTe queriamos decir que Amina, los niños y yo te queremos mucho y puedes volver cuando quieras.
Wa salam, peace and love!