miércoles, 16 de junio de 2010

bolivia


Por estas latitudes, el sol se hace más sol y la luna... la luna, sigue llena de magia.

Estos días los rayos ya entran con fuerza por las rendijas de las persianas , y aunque hoy ha sido día gris, el sol se deja entrever, por fin, ya sale, aunque no aprieta, y yo sigo sintiendo frío. Me da que poco tiene que ver con el termómetro ... pero al menos abraza con ternura, acaricia lindo, con dulzura.

Esperé al final del día para escribir, hoy, cuando la luna entra en la fase creciente. Dicen que en este momento, la energía se encuentra en su punto más álgido, que es buen tiempo de comenzar, de crecer, de fortalecer, de empezar. Dicen que son días de crear, de que las semillas germinen con rapidez, de visualizar el horizonte, ese horizonte, que cada vez que damos dos pasos se aleja otros dos y que nos sirve para caminar... como dice mi Galeano.

A 10.000 kilómetros, allende los mares, dicen que el mundo continúa, que tras cruzar el océano, volvemos a encontrar la misma tierra que emerge, volvemos a toparnos con mujeres y hombres hermanos, como los que habitamos a este lado del mar.... No es cierto. El mundo no continúa, la tierra que uno pisa ya no es la misma y las miradas son otras. Y es que no es el mismo mundo, sino que nace uno nuevo. El sol es otro, y la luna...


El teatro tiene un telón, que sube y que baja. Tras el telón se mascan los nervios, la gente corre de un lado a otro, unos chillan y otros cierran los ojos intentando aislarse del resto que les rodea. Hay miradas tensas, caras desencajadas, y gente que camina de un lado a otro susurrando su papel una y otra vez.

Se podría decir que todo es teatro, pero todos sabemos que la verdadera función comienza cuando sube el telón, cuando no hay marcha atrás, cuando o tempo se para y los minutos por sí mismos tienen valor, autonomía, identidad, cuando el tiempo solo es uno, único, y los artistas se lanzan con el latido de saber que solo hay una oportunidad.

Se van los nervios, los miedos, se van las incertidumbres, se van, y tan solo te queda un arma, la más potente, la más letal y la más dulce, el alma, para enfrentarte al público, para regalar la pasión que cada uno porta.

Y es que aunque todo es teatro, lo real, lo mágico, está delante del telón.


Así llegué a la conclusión de que no es tan verdad que la tierra que está al otro lado del océano sea la misma, que sea el mismo mundo. Estando allí, algo me decía que el sol era otro y que aquella luna, no podía ser la misma que acá.

Dicen los franceses que la lune est menteuse, porque cuando está creciente dibuja un C invertida, como una D de decreciente, que nos lleva a engaño. Sin embargo en el hemisferio sur, la luna aún estando en la misma fase, se ve sincera y dibuja un C perfecta. Allí, por aquellas latitudes, donde la vida respeta sus ritmos, entre cuñapés, arcilla roja, naturaleza y mosquitos, entre sonrisas, bailes y cerveza, allá donde no queda tiempo para ensayar, para planear.... el océano se convierte en telón, y es en ese Macondo, donde la vida no se finge , no se interpreta, no se atropella...y tan solo cuentas con un arma, la más real, la más fuerte, el alma, para llevar a cabo el único papel de tu vida.

Se podría decir que todo es el mismo mundo, se podría decir que todo es teatro, pero algo me decía, que la verdad en Bolivia, era más verdad, que la vida no se planeaba y tan solo se vivía y que la luna de aquellas noches, era más luna que cualquiera.


Desde esta luna embustera y creciente que veo desde mi cristal, ese a través del que continúo mirando el mundo, entre bastidores, pienso en Bolivia... sigo pensando en Bolivia

No hay comentarios:

Publicar un comentario