Normalmente no escribo de política en el blog, quizás porque 14 horas del día o más me las paso rodeada de política y me apetece que mi kamchatka sea otra cosa. Pero lo cierto es que la política está en todo lo que nos rodea, nos empapa porque vivimos en sociedad, y kamchatka, mi sentir, mis ideas, mis sueños, mis miserias y mis divinidades, se ven afectadas por los últimos acontecimientos.
A veces pienso que la crisis no es lo bastante dura, que a pesar de las grandes dificultades que está pasando mucha gente con voz y rostro que veo día tras día en mi trabajo, quizás si pusiésemos en una balanza del bien común pesaría más el despertar y el cambio en detrimento de unos años jodidos para muchos, aún siendo conscientes de los dramas personales que esconde cada cifra de la estadística. Quizás deberíamos de ser más personas las que tendríamos que estar pasando una crisis económica grave para reaccionar de una vez, y sobretodo para entender, que falla todo un sistema, que la crisis es más que política, sistémica, que no hace falta inventar nada, que hay que virar hacia el estado de bienestar, hacia el socialismo, hacia las políticas públicas, hacia el comunismo, hacia la redistribución de riqueza, la sostenibilidad, hacia el consumo responsable, la igualdad, los impuestos progresivos, la ecoeducación, hacia una banca pública, una reforma laboral social, real y fuerte a través del aumento de la deuda pública, una recuperación de los miles de millones que se inyectaron a la banca privada para que continúen con unos beneficios desorbitados, una recuperación de los impuestos que se perdonan a los que más tiene, una persecución real a los paraísos fiscales, al blanqueo de dinero, una nueva ley electoral que acabe con el bipartidismo atroz, hacia un avance en las políticas de sanidad, educación, empleo y cultura en detrimento de aquellas que pueden esperar a tiempos de bonanza. No hace falta inventar nada, no hace falta, sólo tenemos que despertar, creernos que hay otras maneras de salir de esta crisis, y avanzar hacia otro modelo de un sistema que ha demostrado ser una torre de naipes, que se cae por su propio peso, que es insostenible y que cada vez abre más la brecha entre los que tienen muchísimo y los que tienen apenas nada.
Estamos indignados, ignorados, decepcionados, angustiados, hastiados y hartos. Hemos pasado horas debatiendo, escuchándonos y desgranando cada tema, cada problema, cada preocupación desde la realidad de la gente. Pero aún no ha bastado, aún no es suficiente. La mayoría aplastante de las políticas de derechas no deben frenarnos ni hacernos cesar en el empeño. Era lo previsible, era lo esperado. Tenemos que ser inteligentes, y pensar, pensar como canalizar toda esa fuerza, toda esa indignación. No tengo ni idea cómo. Necesitamos propuestas concretas porque el todo puede con nosotros. Necesitamos gente que lleve nuestras propuestas a los lugares donde se deciden las políticas de nuestras vidas. Tenemos que leer, y saber qué hacen unos y que hacen otros, escuchar y no bajar la guardia. La revolución no se hizo en un día, nadie dijo que era fácil. Tenemos el mundo en nuestras manos, estemos donde estemos, tenemos el mundo en nuestras manos.
La izquierda tendrá que dar respuesta a toda esta indignación. Si pedimos lo mismo, ¿por qué no se sienten representados? ¿por qué estamos en el saco de todos somos iguales? ¿por qué no somos capaces de que confíen en nosotros? ¿por qué no somos capaces de escuchar, de mezclarnos, de aglutinar? Seguimos muchas veces con un discurso que no llega, que se quedó anticuado, que se quedó en los tópicos de la lucha antifranquista. Un tío de 20 años no quiere que le llames camarada, ni compañero, ni proletario. Quiere que le hables en su lenguaje, en el 2.0, no en el lenguaje del manifiesto de Marx. Tenemos que reflexionar, que pensar... Tenemos que hacer la revolución!
ayyy, y no tengo ni idea cómo empezar, y no sé cómo hacerlo... por ahora recojo los metros y metros de piel que nos dejamos en este trecho, y allá voy con ella en la mochila, para desplegarla allá donde vaya. Porque la lucha no tiene dueño, ni etiquetas, ni lugar. La lucha va, allá donde vayamos...
Esta noche soñé. Estaba bajo el sol de algún sur. Podía sentir las cosquillas de la arena en mi mano enterrada, deslizándose entre los dedos. Pude sentir la tibieza del sol sobre mi torso desnudo, sobre mi piel caliente y seca. Pude escucharme reir, sentada a la orilla del mar, mientras las cariocas de colores se movían a tu ritmo. Chocaban unas contra otras, pero volvías a empezar, y el sol bajo de la tarde se convertía en intermitente entre los lazos de colores que giraban tras tus muñecas. Entonces las lanzaste lo más alto que pudiste, y corriste a mi regazo. Y en ese momento, sentí un beso en la tripa. Me acariciabas la piel tersa y brillante, suave, pero ya no era para mí, era para alguien, alguien nuevo, .
Y es que nadie puede arrebatarnos la capacidad de soñar...